La sumisión a un hombre fuerte es sólo servilismo.
GILBERT KEITH CHESTERTON
Carlos Eduardo Escobar/ Puerto Cabello
En nuestra primera experiencia en el campo laboral muchas veces creemos que la primera persona que tenemos que obedecer será nuestro jefe, y que solo el responde a muchas de las características que quizás creamos que sólo ese jefe pueda tener. Al pasar un lapso de tiempo en nuestro primer empleo nacerá en nosotros la pregunta…. ¿Quién sabe?... si ocupáramos el puesto de nuestro jefe, podríamos hacerlo mejor, esto suele suceder en muchas personas que tal vez se sientan con ganas de surgir y luchar con alguna institución, empresa, organización, entre otras, donde preste servicios.
Debemos tener claro que siempre habrá una persona con mayor jerarquía que nos mandara, es por eso que aunque tengamos un excelente nivel académico, siempre rendiremos cuenta sobre nuestro desempeño y que hacemos en el trabajo.
En las distintas oportunidades que tenemos en la vida pensamos que un ascenso podría tratarse de solo caerle bien a nuestro jefe o simplemente el buen desempeño profesional ha el empuje para el logro del objetivo, que en ocasiones no hemos tenido ayuda, ni orientación en como realizar el trabajo o tratar a nuestros superiores, con esto no quiero decir que sean de mayor importancia que nosotros, sino que le debemos respeto.
Algunas veces nos aferramos a tener una imagen de un jefe malhumorado o impresentable, del cual tenemos la esperanza que cambiará en un futuro y nos preguntamos ¿Dónde trabajaré si me retiro? Esto suele suceder porque muchas veces nuestro jefe no se preocupa por sus gente, esa gente que le ayuda a salir adelante con la organización, anda como si fuese la persona más importante que existiese en el mundo sin mirar a su alrededor, y olvidar que todos somos seres humanos. Nuestra mente analiza el trato que hemos recibidos de parte de nuestro jefe, si realmente le caemos bien, mal o regular. En realidad la capacidad de control que tendremos sobre el grado de simpatía o antipatía mutua entre el jefe y subordinado será por lo general limitada.
Muchas veces el ser jefe, obliga a ser una persona cerrada, sin demostrar o decir lo que realmente pensamos, ocasionando que los empleados se pregunten: ¿Mi jefe solo busca ganar dinero a costilla de los demás?, ¿Realmente seremos importantes en la empresa? , todas estas interrogantes suelen suceder cuando no existe una relación y los niveles de comunicación son muy bajos. Debemos aprender a romper con esa barrera de Yo aquí soy el Jefe y ellos son simples empleados. Eso pudiese ocasionar muchas veces perdidas financiera e incluso del personal que labora en la misma.
Una persona que dirija, es decir, gerente de una organización sabrá que sin su personal no es nadie y que el solo no podría hacer cosas que requieren de un equipo. En la síntesis de Kelly (1998), quien ha identificado cinco clases de subordinados según su grado de actividad, dependencia del jefe, y autonomía de criterio.
Entre esas clases podemos destacar en primera instancia:
Corderos: Son aquellas personas que solo se limitan a lo que ordene su jefe.
Si señor: Son como los corderos, pero activa ante situaciones que puedan presentarse a su alrededor.
Alineados: Son personas que aprendieron de alguna desilusión laboral o social que los impulsa a ser mejores cada día y lograr ser exitoso, y suele ser autónoma en su lugar de trabajo y con gran capacidad.
Pragmáticos: Suelen tomar el camino más seguro.
Estrella: Esta es la categoría más valiosa, este tipo de individuos son los preferidos por los jefes, quienes están seguros que cumplirá con todos los requisitos que busca. Una persona capaz, con un espíritu de cooperación, y de esta manera hacer el trabajo del jefe lo más fácil posible.
Un jefe siempre sabrá en quién apoyarse y quién será su aliado para salir adelante, él buscara personas con cualidades como: la integridad, madurez y con un espíritu de servicio, que sea una exente imagen en su empresa.
El conocer a nuestro superior, cuales son sus intereses, y aspiraciones…Esto ayudara a tener una relación con mayor afecto entre jefe-empleado.
La comunicación juega un papel importante para el buen desarrollo de una empresa, pero ese nivel de comunicación muchas veces lo óbvianos. Pensamos que nuestro jefe siempre tendrá la razón, por miedo a enfrentarlo y perder el trabajo aunque en ocasiones seamos nosotros mismos quines ténganos la razón.
Debemos tener claro que siempre habrá una persona con mayor jerarquía que nos mandara, es por eso que aunque tengamos un excelente nivel académico, siempre rendiremos cuenta sobre nuestro desempeño y que hacemos en el trabajo.
En las distintas oportunidades que tenemos en la vida pensamos que un ascenso podría tratarse de solo caerle bien a nuestro jefe o simplemente el buen desempeño profesional ha el empuje para el logro del objetivo, que en ocasiones no hemos tenido ayuda, ni orientación en como realizar el trabajo o tratar a nuestros superiores, con esto no quiero decir que sean de mayor importancia que nosotros, sino que le debemos respeto.
Algunas veces nos aferramos a tener una imagen de un jefe malhumorado o impresentable, del cual tenemos la esperanza que cambiará en un futuro y nos preguntamos ¿Dónde trabajaré si me retiro? Esto suele suceder porque muchas veces nuestro jefe no se preocupa por sus gente, esa gente que le ayuda a salir adelante con la organización, anda como si fuese la persona más importante que existiese en el mundo sin mirar a su alrededor, y olvidar que todos somos seres humanos. Nuestra mente analiza el trato que hemos recibidos de parte de nuestro jefe, si realmente le caemos bien, mal o regular. En realidad la capacidad de control que tendremos sobre el grado de simpatía o antipatía mutua entre el jefe y subordinado será por lo general limitada.
Muchas veces el ser jefe, obliga a ser una persona cerrada, sin demostrar o decir lo que realmente pensamos, ocasionando que los empleados se pregunten: ¿Mi jefe solo busca ganar dinero a costilla de los demás?, ¿Realmente seremos importantes en la empresa? , todas estas interrogantes suelen suceder cuando no existe una relación y los niveles de comunicación son muy bajos. Debemos aprender a romper con esa barrera de Yo aquí soy el Jefe y ellos son simples empleados. Eso pudiese ocasionar muchas veces perdidas financiera e incluso del personal que labora en la misma.
Una persona que dirija, es decir, gerente de una organización sabrá que sin su personal no es nadie y que el solo no podría hacer cosas que requieren de un equipo. En la síntesis de Kelly (1998), quien ha identificado cinco clases de subordinados según su grado de actividad, dependencia del jefe, y autonomía de criterio.
Entre esas clases podemos destacar en primera instancia:
Corderos: Son aquellas personas que solo se limitan a lo que ordene su jefe.
Si señor: Son como los corderos, pero activa ante situaciones que puedan presentarse a su alrededor.
Alineados: Son personas que aprendieron de alguna desilusión laboral o social que los impulsa a ser mejores cada día y lograr ser exitoso, y suele ser autónoma en su lugar de trabajo y con gran capacidad.
Pragmáticos: Suelen tomar el camino más seguro.
Estrella: Esta es la categoría más valiosa, este tipo de individuos son los preferidos por los jefes, quienes están seguros que cumplirá con todos los requisitos que busca. Una persona capaz, con un espíritu de cooperación, y de esta manera hacer el trabajo del jefe lo más fácil posible.
Un jefe siempre sabrá en quién apoyarse y quién será su aliado para salir adelante, él buscara personas con cualidades como: la integridad, madurez y con un espíritu de servicio, que sea una exente imagen en su empresa.
El conocer a nuestro superior, cuales son sus intereses, y aspiraciones…Esto ayudara a tener una relación con mayor afecto entre jefe-empleado.
La comunicación juega un papel importante para el buen desarrollo de una empresa, pero ese nivel de comunicación muchas veces lo óbvianos. Pensamos que nuestro jefe siempre tendrá la razón, por miedo a enfrentarlo y perder el trabajo aunque en ocasiones seamos nosotros mismos quines ténganos la razón.
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